Cuidar plantas o cultivar un pequeño huerto en casa es mucho más que una actividad: es una forma de aprender paciencia, constancia y amor por la vida. Ver cómo una semilla se convierte en flor o en alimento enseña a los niños —y nos recuerda a los adultos— el valor de lo natural y lo lento.
Podéis empezar con macetas pequeñas, hierbas aromáticas o flores fáciles de cuidar. Y si tenéis espacio, crear un rincón verde para toda la familia. Cada planta se convierte en una excusa para observar, compartir y celebrar el crecimiento.
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