La amabilidad también se entrena. Actividades como pintar “rocas de bondad”, crear un diario de gratitud o inventar retos de buenos gestos ayudan a los niños a disfrutar del poder de dar y agradecer.
Pequeñas acciones que despiertan la empatía, la creatividad y el gusto por hacer el bien.
Educar en la compasión es enseñar a mirar con ternura lo que nos rodea.
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