Más allá de la #Cosmeticorexia
El reciente artículo “Las jóvenes esclavas de la belleza”, publicado el 25 de enero por Carmela Ríos en El País, ha despertado en mí profundas reflexiones. Esta pieza aborda una problemática actual y preocupante: la intensa presión que las jóvenes enfrentan para cumplir con estándares de belleza inalcanzables y perjudiciales. Como autora de #RespetaMiSexualidad, encuentro resonancia en esta problemática y enfatizo la necesidad de ir más allá. El término #cosmeticorexia, que intenta describir la obsesión por la #belleza superficial, es solo la punta del iceberg de un problema más profundo: la influencia de la cosmética y los estándares impuestos sobre nuestro valor personal.
Recientemente, mientras compartía este artículo con mi amiga María Eugenia Pons de Gironella, Mediadora-Coach relacional y abogada, emergió una reflexión esclarecedora. Ella argumenta que las jóvenes no son realmente esclavas de la belleza en sí, sino de los modelos y #estereotipos impuestos por la industria cosmética. En el núcleo de esta problemática se encuentra un malentendido fundamental sobre lo que constituye la belleza. En lugar de ser una expresión genuina de individualidad y autenticidad, se ha transformado en una herramienta comercial y un estándar inalcanzable. Esta perspectiva me hizo reflexionar sobre cómo estos estándares distorsionados impactan no solo a las jóvenes, sino también a las mujeres adultas, a quienes se nos ha vendido esta idea comercial de la belleza.
Catherine L'Ecuyer, reconocida por su enfoque en educación y desarrollo infantil, aporta un enfoque complementario que realza la importancia de una belleza más auténtica y profunda. Su visión nos impulsa a ver la belleza como una experiencia de asombro y autenticidad. “Lo bello, decían los griegos, es la expresión visible de la verdad y de la bondad», afirmaba L’Ecuyer, invitándonos a valorar la belleza por su autenticidad y significado intrínseco.
El impacto de la #publicidad y las redes sociales en la conformación de los estándares de belleza es innegable, pero como sociedad, tenemos el deber de retomar el control de la narrativa. Debemos promover historias humanas de superación y bondad que reflejen nuestra esencia auténtica. El verdadero valor humano radica no en la conformidad con imágenes idealizadas, sino en la autenticidad y singularidad de nuestra existencia. Es nuestra capacidad innata de ser genuinos y únicos lo que verdaderamente define nuestra belleza y valor.
Es imprescindible ir más allá de las nuevas etiquetas. Debemos abordar el núcleo del problema con empatía y comprensión, fomentando entre las jóvenes el autovalor basado en sus cualidades intrínsecas. Solo así podremos superar los ciclos de #hipersexualización y #cosificación, y fomentar una sociedad más inclusiva y humanista que celebre la auténtica y verdadera #belleza.
Fundación Aprender a Mirar
Associació de Consumidors de Mitjans Audiovisuals de Catalunya